lunes, 15 de marzo de 2021

LA DEVOCIÓN DE LOS TEMPLARIOS ARCANGEL SAN MIGUEL

La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales.
Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido.
Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.
Tal vez por este motivo, el gran poder que Dios le concedió y ser el jefe de los ejércitos celestiales, por lo que la Orden del Temple, desde sus orígenes, tuvo una especial advocación por él.
Dios por la valentía de este ángel, no dudó en nombrarle la Justicia Mayor de los cielos, al tiempo que le encargaba la responsabilidad del pesaje de los pecados de las almas antes de decidir el destino de las mismas.


San Miguel es, por lo tanto, el árbitro entre el Bien y el Mal, porque, al vencer al Diablo, se erige en paladín de la Justicia y el Bien.
Por eso no es de extrañar que los templarios le eligieran como protector, motivo por los que muchos lugares donde los templarías han dejado huella, el Arcángel San Miguel tiene un protagonismo especial.
Así son numerosos los enclaves templarios que en España se relacionan con San Miguel.
El más conocido, sin duda, el santuario de San Miguel in Excelsis, en la montaña de Aralar, en Navarra, y así un sin fin de iglesias, pueblos y aldeas.
Hasta el castillo templario de Miravet (Tarragona), sobre el curso inferior del río Ebro, conserva la capilla de San Miguel, donde los caballeros de la Orden del Temple rindieron culto al que con el tiempo se convertiría en defensor de la Iglesia, de los desamparados, de diversos cuerpos de policía (Ángeles Custodios), entre otros.

San Miguel es a menudo representado con una armadura de caballero que se pega a la piel (que no deja espacio alguno donde “el mal” se pueda aferrar.
Esta armadura junto con su escudo, son unas armas pasivas y defensivas por excelencia. Sirven para su protección.


Esta armadura, simboliza la protección que el cristiano debe tener en la “guerra espiritual” para que prevalezca su fe en Dios. Fe inquebrantable que no deja ninguna duda, derribando todos los argumentos negativos y todas las tentaciones innecesarias.

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