lunes, 15 de marzo de 2021

LOS 31 PROVERBIOS DE LA BIBLIA

✠ Capítulo 1

Finalidad de los Proverbios 
1 Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel, 2 para adquirir sabiduría y educación, para entender máximas inteligentes, 3 para obtener una educación acertada: justicia, derecho y rectitud, 4 para enseñar sagacidad al incauto, saber y reflexión al muchacho 5 –lo escucha el sensato y aumenta el saber, el inteligente adquiere destreza–, 6 para entender proverbios y refranes, máximas y enigmas. 7 Respetar al Señor es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la educación.


Consejos a los jóvenes 
8 Hijo mío, escucha los avisos de tu padre, no rechaces las enseñanzas de tu madre, 9 pues serán hermosa diadema en tu cabeza y collar en tu garganta. 10 Hijo mío, si intentan engañarte los pecadores, no lo permitas. 11 Si te dicen: Ven con nosotros, preparemos una trampa mortal y acechemos al inocente sin motivo; 12 nos lo tragaremos vivo, como el Abismo; enterito, como a los que bajan a la tumba; 13 obtendremos magníficas riquezas y llenaremos nuestra casa de botín. 14 Comparte tu suerte con nosotros, tendremos una bolsa común, 15 hijo mío, no los acompañes en su camino; aparta tus pasos de su senda, 16 porque sus pies corren a la maldad y se apresuran a derramar sangre. 17 Pero aunque no vale la pena poner una trampa si la ven los pájaros, 18 ellos se la tienden a sí mismos y ponen su vida en peligro. 19 Tal es la suerte de la codicia sin límite, que quita la vida a su dueño.

Invitación a la Sabiduría
20 La Sabiduría proclama por las calles, en las plazas levanta la voz; 21 grita en lo más ruidoso de la ciudad, y en las plazas públicas pregona: 22 ¿Hasta cuándo, inmaduros, amarán la inmadurez, y ustedes, insolentes, vivirán en la insolencia, y ustedes, necios, odiarán el saber? 23 Presten atención a mis correcciones, y les abriré el corazón comunicándoles mis palabras. 24 Los llamé y no quisieron oírme; extendí la mano, y no me hicieron caso; 25 rechazaron mis consejos, no aceptaron mi corrección; 26 pues yo me reiré de su desgracia, me burlaré cuando estén muertos de miedo. 27 Cuando los alcance como tormenta el terror, cuando les llegue como huracán la desgracia, cuando los sorprenda la angustia y el sufrimiento, 28 entonces llamarán, y no los escucharé; me buscarán, y no me encontrarán. 29 Porque aborrecieron el saber y no escogieron el respeto del Señor; 30 no aceptaron mis consejos, despreciaron mis advertencias; 31 comerán el fruto de su conducta, y se saciarán de sus planes. 32 La rebeldía da muerte a los irreflexivos, la despreocupación acaba con los imprudentes; 33 pero el que me obedece vivirá tranquilo, seguro y sin temer mal alguno.


✠ Capítulo 2

Discurso del maestro
1 Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis mandatos, 2 escuchando a la sabiduría y prestando atención a la prudencia; 3 si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; 4 si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, 5 entonces comprenderás el respeto del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios. 6 Porque es el Señor quien da la sabiduría, de su boca proceden saber e inteligencia; 7 Él reserva su ayuda para los hombres rectos, es escudo para el de conducta intachable, 8 cuida el camino del derecho y custodia la senda de sus fieles. 9 Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda conducta buena, 10 porque entrará en tu mente la sabiduría y sentirás gusto en el saber, 11 la sagacidad te guardará, la prudencia te protegerá 12 para librarte del mal camino, del hombre que habla perversamente, 13 de los que abandonan el sendero recto para seguir caminos tenebrosos, 14 de los que gozan haciendo el mal y se alegran de la perversión, 15 siguen senderos torcidos y sendas extraviadas; 16 para librarte de la ramera, de la prostituta que halaga con sus palabras, 17 que abandonó al compañero de su juventud, olvidó la alianza de su Dios; 18 su casa se inclina hacia la muerte, sus sendas hacia el país de las sombras; 19 los que entran allí no retornan, no alcanzan las sendas de la vida. 20 Para que sigas el buen camino y te mantengas en sendas honradas, 21 porque los rectos habitarán la tierra y los íntegros permanecerán en ella; 22 mientras que los malvados serán expulsados de la tierra y los traidores serán arrancados de ella.


✠ Capítulo 3

1 Hijo mío, no olvides mi enseñanza, conserva en tu memoria mis preceptos, 2 porque te darán muchos días, y años de vida, y prosperidad; 3 no permitas que te abandonen bondad y lealtad, cuélgatelas al cuello, escríbelas en la tablilla del corazón: 4 alcanzarás favor y aceptación de Dios y de los hombres. 5 Confía en el Señor de todo corazón y no te fíes de tu propia inteligencia; 6 en todos tus caminos tenlo presente, y él enderezará tus sendas. 7 No te tengas por sabio, respeta al Señor y evita el mal; 8 ésa es la mejor medicina para tu cuerpo y para tus huesos. 9 Honra al Señor con tus riquezas, con las primicias de todas tus cosechas, 10 y tus graneros se colmarán de grano, tus bodegas rebosarán de vino nuevo. 11 No rechaces, hijo mío, el castigo del Señor, no te enojes con su corrección, 12 porque al que ama lo reprende el Señor, como un padre al hijo querido.

Sabiduría y prudencia
13 Dichoso el hombre que alcanza sabiduría, el hombre que adquiere inteligencia: 14 es mejor mercancía que la plata, produce más rentas que el oro, 15 es más valiosa que los corales, no se le compara joya alguna; 16 en su mano derecha trae largos años, en la izquierda honor y riqueza; 17 sus caminos son deliciosos y sus sendas son tranquilas, 18 es árbol de vida para los que la agarran, son dichosos los que la retienen. 19 El Señor cimentó la tierra con sabiduría y estableció el cielo con inteligencia; 20 con su saber brotan los océanos y las nubes destilan rocío. 21 Hijo mío, no las pierdas de vista, conserva la prudencia y la reflexión: 22 serán vida para tu alma y adorno para tu cuello; 23 seguirás tranquilo tu camino sin que tropiecen tus pies, 24 te acostarás sin alarmas, te acostarás y el sueño te será dulce, 25 no te asustará el terror imprevisto ni la desgracia que cae sobre el malvado. 26 Porque el Señor se pondrá a tu lado y librará tu pie de la trampa.

Deberes con el prójimo
27 No niegues un favor a quien lo necesita si está en tu mano hacérselo. 28 Si tienes, no digas al prójimo: Regresa otro día, mañana te lo daré. 29 No trames daños contra tu prójimo mientras vive confiado contigo. 30 No lleves a juicio a nadie sin motivo cuando él no te ha hecho daño. 31 No envidies al violento ni elijas ninguno de sus caminos. 32 Porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos; 33 el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado; 34 se burla de los insolentes, pero trata con bondad a los humildes; 35 otorga honor a los sabios y reserva deshonra para los necios.


✠ Capítulo 4

La tradición
1 Escuchen, hijos, la corrección paterna; pongan atención, para aprender prudencia; 2 les enseño una buena doctrina, no abandonen mi enseñanza. 3 Yo también fui hijo de mi padre, tierno y preferido de mi madre. 4 Él me instruía así: Conserva mis palabras en la memoria, guarda mis preceptos y vivirás; 5 adquiere sabiduría, adquiere inteligencia, no la olvides, no te apartes de mis consejos; 6 no la abandones, y te guardará; ámala, y te protegerá. 7 El principio de la sabiduría es: Adquiere sabiduría, gasta tu fortuna en adquirir prudencia; 8 estímala, y te hará noble; abrázala, y te hará rico; 9 pondrá en tu cabeza una diadema hermosa, te ceñirá una espléndida corona.

Los dos caminos
10 Escucha, hijo mío, recibe mis palabras, y se alargarán los años de tu vida: 11 Te instruyo sobre el camino de la sabiduría, te encamino por la senda recta. 12 Al caminar no serán torpes tus pasos; al correr no tropezarás. 13 Agárrate a la instrucción, no la sueltes; consérvala, porque ella es tu vida. 14 No entres por el sendero de los malvados, no pises el camino de los perversos; 15 evítalo, no lo atravieses; apártate de él y sigue. 16 No duermen si no cometen crímenes, pierden el sueño si no hacen caer a alguien, 17 comen la maldad como pan y beben violencias como vino. 18 La senda de los honrados brilla como la aurora, se va esclareciendo hasta pleno día; 19 el camino de los malvados es tenebroso, no saben dónde tropezarán.

El buen camino
20 Hijo mío, atiende a mis palabras, escucha mis consejos: 21 que no se aparten de tus ojos, guárdalos dentro del corazón; 22 porque son vida para el que los sigue, son salud para su cuerpo. 23 Por encima de todo guarda tu corazón, porque de él brota la vida. 24 Aparta de ti la lengua tramposa y aleja de ti los labios falsos; 25 que tus ojos miren de frente y tus pupilas se dirijan hacia adelante. 26 Fíjate bien dónde pones tus pies, que todos tus caminos sean seguros, 27 no te desvíes a derecha ni a izquierda, aparta tus pasos del mal.


✠ Capítulo 5

1 Hijo mío, haz caso de mi experiencia, pon atención a mi inteligencia: 2 así sabrás ser discreto y tus labios guardarán el saber.

La ramera
3 Los labios de la ramera destilan miel y su paladar es más suave que el aceite; 4 pero al final es más amarga que el ajenjo y más cortante que puñal de doble filo; 5 sus pies bajan a la Muerte y sus pasos se dirigen al Abismo; 6 no sigue el camino de la vida, sus sendas se extravían sin que se dé cuenta. 7 Por tanto, hijos, escúchenme y no se aparten de mis consejos: 8 aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su casa, 9 no vayas a dar a extraños tu honor ni tu dignidad a gente despiadada; 10 no se sacien con tu vigor gente extraña y tus fatigas vayan a parar en casa de un desconocido. 11 Gemirás cuando te llegue el desenlace y se consuma la carne del cuerpo. 12 Entonces dirás: ¿Por qué aborrecí la corrección y mi corazón despreció la reprimenda? 13 ¿Por qué no hice caso a mis maestros ni presté oído a mis educadores? 14 Por poco llego al colmo de la desgracia, en medio de la asamblea reunida. 

Gozo del matrimonio 
15 Bebe agua de tu propia fuente, bebe a chorros de tu pozo. 16 No derrames por la calle tu manantial ni tus arroyos por las plazas; 17 sean para ti solo, sin compartirlos con extraños. 18 Sea tu fuente bendita, goza con la esposa de tu juventud: 19 cierva querida, gacela hermosa, que siempre te embriaguen sus caricias, que constantemente te deleite su amor. 20 ¿Por qué, hijo mío, te ha de deleitar la ramera o has de estrechar el seno de la extraña? 21 Los caminos humanos están bajo la mirada de Dios, él vigila todas sus sendas. 22 Sus propias culpas enredan al malvado y queda preso en las redes de su pecado; 23 muere por falta de corrección, su enorme insensatez lo perderá.


✠ Capítulo 6

Fianza
1 Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino dando la mano a un extranjero, 2 si te has enredado con tus palabras o has quedado atrapado por la boca, 3 haz lo siguiente, hijo mío, para librarte, pues saliste responsable por tu vecino, caíste en poder de tu vecino: ve, insiste, acosa a tu vecino, 4 no concedas sueño a tus ojos ni reposo a tus pupilas; 5 líbrate como gacela del cazador o como pájaro de la trampa.

Pereza
6 Mira a la hormiga, perezoso, observa sus costumbres y aprende; 7 aunque no tiene jefe, ni capataz, ni gobernante, 8 acumula grano en verano y reúne provisiones durante la cosecha. 9 ¿Hasta cuándo dormirás, perezoso?, ¿cuándo sacudirás el sueño? 10 Un rato duermes, un rato das cabezadas, un rato cruzas los brazos y descansas 11 y te llega la pobreza del vagabundo y la miseria del mendigo.

El perverso
12 Un hombre malvado, un individuo perverso, camina contando mentiras, 13 guiñando un ojo, sacudiendo los pies, señalando con el dedo; 14 en su corazón depravado planea maldades siempre sembrando discordias, 15 por eso de repente le llegará la perdición, se quebrará de improviso y sin remedio.

Siete cosas
16 Seis cosas detesta el Señor y la séptima la aborrece de corazón: 17 ojos soberbios, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, 18 corazón que maquina planes malvados, pies que corren para la maldad, 19 testigo falso y mentiroso y el que provoca peleas entre hermanos. 20 Guarda, hijo mío, los consejos de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre, 21 llévalos siempre atados al corazón y cuélgatelos al cuello: 22 cuando camines, te guiarán; cuando descanses, te guardarán; cuando despiertes, hablarán contigo. 23 Porque el consejo es lámpara y la enseñanza es luz y es camino de vida la instrucción que corrige. 24 Te guardarán de la mala mujer, de la lengua seductora de la ramera. 25 Que tu corazón no codicie su belleza ni te dejes prender por sus miradas. 26 Si la ramera busca un pedazo de pan, la casada anda a la pesca de una vida lujosa. 27 ¿Podrá uno llevar fuego en el pecho sin que se le queme la ropa? 28 ¿Podrá uno caminar sobre brasas sin quemarse los pies? 29 Pues lo mismo el que se junta con la mujer del prójimo, no quedará sin castigo el que la toque. 30 ¿No se desprecia al ladrón que roba para calmar su hambre? 31 Si lo sorprenden, pagará siete veces más, y aún tendrá que dar toda su fortuna. 32 Pues el adúltero es hombre sin juicio, obrando así se arruina a sí mismo: 33 recibirá golpes e insultos y su deshonra no se borrará. 34 Porque los celos enfurecen al marido y no perdonará el día de la venganza, 35 no aceptará ninguna compensación ni la querrá aunque aumentes la oferta.


✠ Capítulo 7

La seducción
1 Hijo mío, conserva mis palabras y guárdate mis mandatos, 2 conserva mis mandatos y vivirás, que mi enseñanza sea como la niña de los ojos; 3 átalos a los dedos, escríbelos en la tablilla del corazón. 4 Di a la Sabiduría: Eres mi hermana, y llama amiga a la prudencia, 5 para que te cuide de la ramera, de la prostituta de palabra seductora: 6 Estaba yo a la ventana de mi casa, asomado a la reja, 7 mirando a unos jóvenes sin experiencia cuando distinguí entre ellos a uno sin juicio, 8 pasaba por la calle, junto a la esquina y se dirigía a la casa de ella; 9 era la hora del crepúsculo, era plena noche y oscura. 10 Una mujer le sale al encuentro, vestida como ramera, astuta, envuelta en un velo, 11 atrevida y seductora, sus pies no saben estarse en casa: 12 ahora en la calle, luego en la plaza, acechando en todas las esquinas. 13 Lo agarra y lo besa y con todo descaro le dice: 14 He preparado un banquete porque hoy he cumplido mi promesa; 15 por eso he salido a tu encuentro ansiosa de verte, y te he encontrado. 16 He cubierto la cama con colchas, he extendido sábanas de Egipto, 17 he perfumado la alcoba con mirra, áloe y canela. 18 Ven, vamos a embriagarnos de caricias, a saciarnos de amores; 19 porque mi marido no está en casa, ha emprendido un largo viaje, 20 tomó la bolsa del dinero y hasta la luna llena no vuelve. 21 Con tantos discursos lo seduce, lo atrae con sus dulces labios, 22 y el infeliz se va detrás de ella como buey llevado al matadero, como ciervo que se enreda en el lazo, 23 hasta que una flecha le desgarra el corazón, como pájaro que vuela a la trampa sin saber que le costará la vida. 24 Y ahora, hijos míos, escúchenme, pongan atención a mis consejos, 25 no se extravíe tras ella tu corazón, no te pierdas por sus sendas, 26 porque ella ha asesinado a muchos, sus víctimas son innumerables, 27 su casa es un camino hacia el Abismo, una bajada a la morada de la muerte.



✠ Capítulo 8

Discurso de la Sabiduría
1 La Sabiduría proclama, la inteligencia levanta la voz. 2 En lugares elevados junto al camino, de pie en el cruce de las sendas, 3 junto a las puertas, a la entrada de la ciudad, en los accesos a los portales grita: 4 A ustedes, hombres, los llamo, a los seres humanos se dirige mi voz; 5 los inexpertos, aprendan prudencia; los necios, aprendan a tener juicio. 6 Escuchen, que hablo sin rodeos, abro los labios con sinceridad; 7 mi paladar repasa la verdad y mis labios aborrecen el mal; 8 todas mis palabras son justas, ninguna es falsa o perversa; 9 son claras para el que entiende y rectas para el que comprende. 10 Reciban mi corrección y no plata, un saber más precioso que el oro; 11 porque la prudencia vale más que las perlas y con ninguna joya se le puede comparar.

Himno a la Sabiduría
12 Yo, Sabiduría, soy vecina de la Prudencia y busco el trato de la Reflexión. 13 Honrar al Señor es odiar el mal. Yo detesto el orgullo y la soberbia, el mal camino y la mentira. 14 Son míos el consejo y la habilidad, son míos la inteligencia y el poder. 15 Por mí reinan los reyes y los príncipes dan decretos justos, 16 por mí gobiernan los gobernantes y los nobles juzgan la tierra. 17 Yo amo a los que me aman, los que madrugan por mí me encuentran. 18 Yo traigo riqueza y gloria, fortuna sólida y justicia; 19 mi fruto es mejor que el oro puro, mi renta vale más que la plata. 20 Camino por la vía de la justicia y sigo las sendas del derecho, 21 para ofrecer riquezas a mis amigos y llenar sus tesoros. 22 El Señor me creó como primera de sus tareas, antes de sus obras; 23 desde antiguo, desde siempre fui formada, desde el principio, antes del origen de la tierra; 24 no había océanos cuando fui engendrada, no había manantiales ni ríos; 25 todavía no estaban encajados los montes, antes de las montañas fui engendrada; 26 no había hecho la tierra y los campos ni los primeros terrones del mundo. 27 Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la superficie del océano, 28 cuando sujetaba las nubes en la altura y reprimía las fuentes abismales, 29 cuando imponía su límite al mar, para que las aguas no traspasaran sus orillas; cuando asentaba los cimientos de la tierra, 30 yo estaba junto a él, como confidente, yo estaba disfrutando cada día, jugando todo el tiempo en su presencia, 31 jugando con el mundo creado, disfrutando con los hombres. 32 Por tanto, hijos, escúchenme: dichosos los que siguen mis caminos. 33 Escuchen mi corrección y serán sensatos, no la rechacen, 34 dichoso el hombre que me escucha, velando en mi puerta cada día, vigilando a la entrada de mi casa. 35 Porque el que me encuentra, encuentra la vida y goza del favor del Señor. 36 Quien me pierde, se arruina a sí mismo; los que me odian aman la muerte.


✠ Capítulo 9

Banquete de la Sabiduría
1 La Sabiduría se ha edificado una casa, ha labrado siete columnas, 2 ha matado los animales, mezclado el vino y puesto la mesa, 3 ha despachado a sus criadas a proclamarlo en los puntos que dominan la ciudad. 4 El que sea inexperto, venga acá; al falto de juicio le quiero hablar: 5 Vengan a comer de mis manjares y a beber el vino que he mezclado. 6 Dejen la inexperiencia y vivirán, sigan derecho el camino de la inteligencia.

Destinatarios
7 Quien corrige al soberbio se acarrea insultos; quien reprende al malvado, desprecios; 8 no reprendas al soberbio, pues te aborrecerá; reprende al prudente y te querrá; 9 instruye al sabio, y será más sabio; enseña al honrado, y aprenderá. 10 El principio de la Sabiduría es respetar al Señor, y conocer al Santo es inteligencia. 11 Por mí prolongarás tus días y se te añadirán años de vida; 12 si eres sabio, lo eres para tu provecho; si eres soberbio, tú solo lo pagarás.

Banquete de la Necedad
13 Doña Necedad es chismosa, tonta e ignorante, 14 está sentada a la puerta de su casa, en un asiento que domina la ciudad, 15 para llamar a los que pasan, a los que van derechos por el camino: 16 El que sea inexperto venga acá; al falto de juicio le quiero hablar: 17 El agua robada es más dulce, el pan comido a escondidas es más sabroso. 18 Pero ellos no saben que en su casa están los difuntos, son ahora sombras en el reino de la muerte.


✠ Capítulo 10

1 Un hijo sabio es la alegría de su padre; un hijo necio, es la pena de su madre. 2 Tesoros mal ganados no aprovechan, pero la justicia libra de la muerte. 3 El Señor no deja con hambre al que es bueno, pero rechaza la codicia del malvado. 4 La mano perezosa empobrece, el brazo trabajador enriquece. 5 Quien almacena en otoño es prudente, quien duerme en la cosecha es un descarado. 6 Sobre la cabeza del honrado llueven bendiciones, la boca malvada encubre violencia. 7 La memoria del honrado es bendita, el nombre del malvado se pudre. 8 El hombre juicioso acepta órdenes, labios necios acaban en la ruina. 9 Quien procede sinceramente, camina seguro; el que actúa con disimulo queda descubierto. 10 Quien cierra los ojos trae sufrimientos, quien reprende abiertamente trae remedio. 11 La boca del justo es manantial de vida, la boca del malvado encubre violencia. 12 El odio provoca peleas, el amor disimula las ofensas. 13 En los labios del prudente hay sabiduría, y un látigo en la espalda del necio. 14 El sabio atesora saber, la boca del necio atrae la desgracia. 15 La fortuna del rico es su defensa, la miseria es el terror del pobre. 16 El salario del honrado es la vida, la ganancia del malvado es el fracaso. 17 El que acepta la corrección va por camino de vida, el que la rechaza se extravía. 18 Los labios mentirosos encubren odio, quien difunde calumnias es un insensato. 19 Donde abundan las palabras no falta el pecado, quien se muerde los labios es discreto. 20 Plata pura es la boca del honrado; mente perversa no vale nada. 21 Labios honrados guían a muchos, los necios mueren por falta de juicio. 22 La bendición divina enriquece, y nada le añade nuestra fatiga. 23 El necio se divierte haciendo trampas, el hombre prudente con la sabiduría. 24 Al malvado le sucede lo que teme, al honrado se le da lo que desea. 25 Pasa el huracán, desaparece el malvado; pero el justo se mantiene para siempre. 26 Vinagre a los dientes, humo a los ojos: eso es el perezoso para quien le da un encargo. 27 Respetar al Señor prolonga la vida, los años de los malvados se acortan. 28 La esperanza de los honrados es alegre, la ilusión de los malvados fracasa. 29 El camino del Señor es refugio para el hombre recto, y es terror para los malhechores. 30 El honrado jamás tropezará, el malvado no habitará en la tierra. 31 De boca honrada brota sabiduría, lengua tramposa será cortada. 32 Labios honrados saben de benevolencia; la boca del malvado, de engaños.


✠ Capítulo 11

1 El Señor aborrece las balanzas falseadas y le gustan las pesas exactas. 2 El orgullo acarrea la deshonra; pero la sabiduría acompaña a los humildes. 3 La honradez guía a los buenos, la falsedad destruye a los traidores. 4 No sirve la fortuna el día del castigo, pero la justicia libra de la muerte. 5 La honradez del justo hace fácil su camino, el malvado caerá por su maldad. 6 La honradez de los rectos los salva, los traidores quedan enredados en su codicia. 7 Con la muerte del malvado muere su esperanza, y muere también la ilusión de las riquezas. 8 El honrado se libra del peligro, el malvado ocupa su puesto. 9 El malvado hunde al prójimo con la boca, pero la inteligencia a los justos los salva. 10 El éxito de los honrados lo festeja la ciudad, y cuando fracasan los malvados, canta de júbilo. 11 Con la bendición de los rectos prospera la ciudad, la boca de los malvados la destruye. 12 Quien desprecia al prójimo es un imprudente, el hombre prudente se calla. 13 El chismoso todo lo cuenta, el hombre de confianza guarda el secreto. 14 Por falta de gobierno se arruina un pueblo, y se salva a fuerza de deliberación. 15 Quien sale fiador por un extraño se perjudica, el que evita hacer tratos vive tranquilo. 16 La mujer hermosa se hace respetar, la que odia la rectitud atrae la deshonra. 16 La fortuna del perezoso es escasa, los audaces conservan su riqueza. 17 El hombre bondadoso se hace bien a sí mismo, el despiadado destroza su propia carne. 18 El malvado hace ganancias engañosas, el que siembra justicia tiene paga segura. 19 El que mide lo que es justo, vivirá; el que persigue la maldad, morirá. 20 Aborrece el Señor la mente perversa y le agrada una conducta sincera. 21 Tarde o temprano el malvado la paga, la descendencia de los honrados está a salvo. 22 Anillo de oro en hocico de puerco es la mujer hermosa pero sin inteligencia. 23 El deseo de los honrados se logra, las ilusiones de los malvados pasan. 24 Hay quien regala y se enriquece, quien es tacaño y se empobrece. 25 El que es generoso prospera, el que da también recibirá. 26 Al que acapara trigo lo maldice la gente, al que lo vende lo cubren de bendiciones. 27 Quien madruga para el bien alcanzará favor, al que busca el mal le saldrá al encuentro. 28 Quien confía en sus riquezas se marchita, los honrados brotarán como follaje. 29 Quien descuida su casa heredará viento, el necio será esclavo del sabio. 30 El fruto de la honradez es un árbol de vida, el sabio se gana a la gente. 31 Si al honrado le pagan en la tierra, ¡cuánto más al malvado y al pecador!


✠ Capítulo 12

1 El que ama la corrección, ama el saber; el que la detesta, se embrutece. 2 El bueno obtiene el favor del Señor, el perverso será condenado. 3 El que se apoya en la maldad no estará, la raíz del honrado no se desprende. 4 Mujer virtuosa es corona del marido, la de mala fama es como caries en los huesos. 5 Los planes de los honrados son rectos, las tácticas de los malvados son traidoras. 6 Las palabras del malvado son trampas mortales, las de los rectos, causa de salvación. 7 Se derrumban los malvados y desaparecen, pero la casa de los honrados subsiste. 8 Al hombre se lo estima según su prudencia, pero el corazón perverso será despreciado. 9 Más vale ser modesto y tener un criado que presumir de rico y no tener pan. 10 El honrado se preocupa por su ganado, el malvado no entiende de compasión. 11 El que cultiva su campo se saciará de pan, el imprudente se ocupa de ilusiones. 12 La codicia es la red de los malvados, los honrados arraigan firmemente. 13 En la falsedad de sus labios se enreda el malvado, el honrado se librará del peligro. 14 De lo que uno habla, recoge el fruto; de lo que uno hace, recibe el pago. 15 El necio está contento con su proceder, el sensato escucha el consejo. 16 El necio muestra enseguida su rabia, el prudente disimula la ofensa. 17 El que respira la verdad declara con justicia, el testigo falso con mentiras. 18 El chismoso hiere como una espada, la lengua del sabio sana. 19 La palabra verdadera permanece para siempre, el mentiroso sólo un instante. 20 El que maquina el mal tiene amargura, quien aconseja la paz vive contento. 21 Al honrado no le pasa nada malo, los malvados andan llenos de desgracias. 22 El Señor aborrece el labio mentiroso, el hombre sincero obtiene su favor. 23 El hombre prudente oculta su saber, la mente insensata grita su ignorancia. 24 Mano trabajadora mandará, mano perezosa servirá. 25 La angustia del corazón deprime, una buena palabra reanima. 26 El justo sirve de guía a su prójimo, el camino de los malvados los extravía. 27 El perezoso no gana su sustento, el que trabaja alcanza riquezas. 28 La senda de la justicia es vida, el camino de la impiedad lleva a la muerte.


✠ Capítulo 13

1 El hijo sensato acepta la corrección paterna, el arrogante no escucha la corrección. 2 De lo que uno habla comerá, pero los traidores tienen hambre de violencia. 3 Quien guarda su boca, custodia su vida; quien suelta los labios, marcha a la ruina. 4 El perezoso desea mucho y no obtiene nada, el que trabaja queda satisfecho. 5 El honrado aborrece la mentira, el malvado se hace odioso y se deshonra. 6 La honradez custodia al hombre íntegro, la maldad destruye al pecador. 7 Hay quien presume de rico y no tiene nada, quien pasa por pobre y tiene una fortuna. 8 Las riquezas del rico le salvan la vida, al pobre no le importan las amenazas. 9 La luz de los honrados es alegre, la lámpara de los malvados se apaga. 10 La insolencia provoca discordias, la sabiduría acompaña a los que se dejan aconsejar. 11 Fortuna hecha de golpe encoge, el que reúne poco a poco enriquece. 12 Esperanza que tarda entristece el corazón, deseo que se cumple es árbol de vida. 13 El que desprecia la palabra se perderá, el que respeta el mandato queda sin deudas. 14 Fuente de vida es el consejo sabio que aparta de los lazos de la muerte. 15 El sentido común se gana el favor, el camino de los perversos conduce a la ruina. 16 El sagaz actúa con prudencia, el necio hace gala de su ignorancia. 17 El mensajero malvado precipita en la desgracia, enviado fiel la remedia. 18 Miseria y vergüenza para quien rechaza la corrección, el que cumple los avisos recibirá honor. 19 Deseo cumplido es dulce a la garganta, al necio le da asco apartarse del mal. 20 Trata con los sabios y te harás más sabio, el que se junta con ignorantes se echa a perder. 21 La desgracia persigue al pecador, a los honrados la paz y el bien. 22 La herencia del bueno queda en su familia, la fortuna del pecador se reserva para el honrado. 23 El campo de los nobles da rico sustento, pero se puede perder por falta de justicia. 24 El que no usa el castigo odia a su hijo, el que lo ama lo corrige a tiempo. 25 El honrado come hasta estar satisfecho, el vientre del malvado pasa necesidad.


✠ Capítulo 14

1 La sabiduría edifica su casa, la necedad la arruina con sus manos. 2 El que procede rectamente respeta a Dios, el de conducta torcida lo desprecia. 3 De la boca del necio brota la soberbia, los labios del sabio son su defensa. 4 Donde no hay bueyes el establo está limpio, pero la fuerza de un toro trae rica cosecha. 5 Un testigo fiel no miente, un testigo falso respira mentiras. 6 El arrogante busca sabiduría y no la encuentra, la ciencia es fácil para el inteligente. 7 Deja la compañía del necio, pues no descubriste saber en sus labios. 8 Encontrar el camino es la sabiduría del prudente, el engaño es locura de los necios. 9 Los necios se burlan de sus culpas, los rectos gozan de favor. 10 Conoce el corazón su propia amargura y no comparte su alegría con ningún extraño. 11 La casa del malvado se arruina, la tienda del honrado prospera. 12 Hay un camino que parece recto, y va a parar a la muerte. 13 También entre risas llora el corazón, y la alegría termina en aflicción. 14 El insensato está satisfecho de su conducta, el hombre bueno lo está de sus acciones. 15 El ingenuo se lo cree todo, el sagaz se fija en sus pasos. 16 El sabio es cauteloso y se aparta del mal, el necio se lanza confiado. 17 El impulsivo hace locuras, el reflexivo sabe aguantar. 18 El ingenuo se adorna con necedad, el sagaz se corona de saber. 19 Los malos se postrarán ante los buenos, y los malvados, a la puerta del honrado. 20 El pobre es odioso aun a su compañero, el rico tiene muchos amigos. 21 Quien desprecia a su prójimo, peca; dichoso quien se apiada de los pobres. 22 ¿No se extravía el que busca hacer el mal? El que busca hacer el bien, es objeto de amor y lealtad. 23 Toda fatiga trae su ganancia, pero el charlar trae pobreza. 24 Corona de los sabios es la prudencia, collar del insensato es la necedad. 25 El testigo fiel salva vidas, el impostor respira mentiras. 26 Respetar al Señor es un refugio seguro que servirá de defensa a los hijos. 27 Respetar al Señor es manantial de vida que aparta de los lazos de la muerte. 28 Pueblo numeroso es honor del rey, la falta de gente es ruina del príncipe. 29 El hombre paciente es rico en prudencia, el impulsivo exalta su torpeza. 30 Un corazón pacífico es vida del cuerpo, la envidia carcome los huesos. 31 Quien explota al necesitado ofende a su Hacedor, quien se apiada del pobre, lo honra. 32 El malvado tropieza en su maldad, el honrado se refugia en su integridad. 33 En corazón prudente habita la sabiduría, aun en medio de necios se da a conocer. 34 La justicia hace prosperar a una nación, el pecado es la ruina de los pueblos. 35 El rey favorece al ministro hábil, descarga su ira sobre el indigno.


✠ Capítulo 15

1 Respuesta amable aplaca la ira, palabra hiriente aviva el enojo. 2 De la lengua de los sabios brota sabiduría, de la boca del necio, necedades. 3 En todo lugar los ojos de Dios están vigilando a malos y buenos. 4 Lengua suave es árbol de vida, lengua perversa hiere en lo más vivo. 5 El necio desprecia la corrección paterna, quien cumple los avisos demuestra inteligencia. 6 En casa del honrado hay abundancia, la ganancia del malvado desaparece. 7 Los labios del sensato esparcen saber, la mente del necio ignorancia. 8 El Señor aborrece el sacrificio del malvado, la oración de los rectos alcanza su favor. 9 El Señor aborrece la conducta del malvado y ama al que busca la justicia. 10 El que deja la senda será escarmentado; el que odia la corrección, morirá. 11 Infierno y Abismo son conocidos por Dios, ¡cuánto más el corazón humano! 12 El insolente no quiere que lo reprendan, por eso no se junta con los sabios. 13 Corazón contento cara feliz, corazón abatido desalienta el espíritu. 14 El hombre inteligente procura saber, la boca del necio se llena de estupideces. 15 Para el desgraciado todos los días son malos, el corazón contento está siempre de fiesta. 16 Más vale poco respetando a Dios que grandes tesoros con sobresalto. 17 Mas vale ración de verdura con amor que carne de vaca con rencor. 18 El hombre impulsivo provoca peleas, el hombre paciente las calma. 19 El camino del perezoso es como un cerco de espinas, la senda de los rectos está limpia. 20 Hijo sabio, alegría de su padre; hijo necio, deshonra de su madre. 21 La necedad divierte al insensato, el hombre prudente camina derecho. 22 Fracasan los planes cuando no se consulta, y se logran cuando hay consejeros. 23 ¡Qué alegría saber responder, qué buena es la palabra oportuna! 24 El prudente sube por un camino de vida que lo aparta de la bajada al Abismo. 25 El Señor destruye la casa del soberbio y mantiene firme la propiedad de la viuda. 26 El Señor aborrece los malos pensamientos y considera puras las palabras amables. 27 El codicioso arruina su casa, el que odia el soborno vivirá. 28 La mente honrada medita la respuesta, la boca del malvado escupe maldades. 29 El Señor está lejos de los malvados y escucha la oración de los honrados. 30 Mirada serena alegra el corazón, buena noticia da vigor a los huesos. 31 Oído que escucha la corrección saludable se hospedará en medio de los doctos. 32 Quien rechaza la corrección se odia a sí mismo, quien escucha la reprensión adquiere juicio. 33 Respetar al Señor es escuela de sabiduría, delante de la gloria camina la humildad.


✠ Capítulo 16

1 El hombre hace proyectos en su corazón, pero el Señor pone la respuesta en sus labios. 2 A uno le parece limpia su conducta, pero es el Señor quien examina las conciencias. 3 Encomienda al Señor tus tareas, y te saldrán bien tus planes. 4 El Señor da a cada obra su destino, también al malvado: el día funesto. 5 El Señor aborrece al orgulloso, tarde o temprano tendrá su castigo. 6 Bondad y verdad perdonan la culpa, el respeto del Señor aparta del mal. 7 Cuando el Señor aprueba la conducta de un hombre lo reconcilia con sus enemigos. 8 Más vale poco con justicia que muchas ganancias injustas. 9 El hombre planea su camino, el Señor le dirige los pasos. 10 Hay un oráculo en los labios del rey: no se equivoca cuando dicta sentencia. 11 Los platillos de la balanza son del Señor, todas las pesas son obra suya. 12 El rey aborrece el obrar mal, porque su trono se asienta en la justicia. 13 El rey aprueba unos labios sinceros y ama a quien habla rectamente. 14 La ira del rey es anuncio de muerte, el hombre sensato logra aplacarla. 15 El rostro sereno del rey trae vida, su favor es nube que trae lluvia. 16 Mejor es comprar sabiduría que oro, más vale comprar prudencia que plata. 17 La senda de los hombres rectos se aparta del mal; quien vigila su camino guarda su vida. 18 Delante de la ruina va la soberbia, delante de la caída va el orgullo. 19 Más vale ser humilde con los pobres que repartir botín con los soberbios. 20 Al que mide sus palabras le irá bien, dichoso el que confía en el Señor. 21 El hombre juicioso tiene fama de prudente, las palabras amables convencen mejor. 22 Fuente de vida es la sabiduría para el que la posee, la necedad es castigo del necio. 23 A mente sabia, boca discreta; sus labios convencen mejor. 24 Panal de miel son las palabras amables, dulzura en la garganta, salud de los huesos. 25 Hay caminos que parecen derechos y van a parar a la muerte. 26 El que pasa necesidad trabaja con afán, porque el hambre lo estimula. 27 El hombre depravado cava zanjas funestas y lleva en los labios fuego devorador. 28 El hombre tramposo provoca peleas, el que anda con cuentos causa enemistades. 29 El hombre violento seduce a su prójimo y lo guía por mal camino. 30 Quien guiña un ojo medita engaños, quién se muerde los labios ya ha hecho el mal. 31 Las canas son noble corona: ganada en el camino de la justicia. 32 Más vale paciencia que valentía, más vale saberse dominar que conquistar una ciudad. 33 El hombre echa las suertes, pero la decisión viene del Señor.


✠ Capítulo 17

1 Más vale pan duro con paz que casa llena de festines y peleas. 2 El servidor inteligente se impondrá al hijo indigno y compartirá la herencia con los hermanos. 3 La plata se prueba en el horno, el oro en el crisol, los corazones los prueba el Señor. 4 El malvado hace caso de labios mentirosos, el embustero presta oído a lengua maligna. 5 Quien se burla del pobre afrenta a su Hacedor, quien se alegra de la desgracia no quedará sin castigo. 6 Corona de los ancianos son los nietos, el orgullo de los hijos son los padres. 7 No le va al tonto el lenguaje elevado, ni al hombre respetable hablar con engaños. 8 El soborno le parece piedra mágica al que lo da: consigue cuanto se propone. 9 Quien busca amistad disimula la ofensa, quien la recuerda, aleja al amigo. 10 Una corrección aprovecha al prudente más que cien golpes al imprudente. 11 El revoltoso busca dificultades: le enviarán un mensajero cruel. 12 Encuentre yo una osa a quien robaron las crías y no un necio diciendo tonterías. 13 A quien paga mal por bien, el mal no se apartará de su casa. 14 Quien comienza una discusión abre una represa: antes de involucrarte, retírate. 15 Al que absuelve al culpable y al que condena al inocente, a los dos los aborrece el Señor. 16 ¿De qué sirve el dinero en mano del necio? ¿Podrá comprar sabiduría si no tiene seso? 17 El amigo ama en toda ocasión, y el hermano nació para compartir la adversidad. 18 Es un insensato quien estrecha la mano saliendo fiador de su vecino. 19 Quien ama las peleas ama el delito, quien agranda la puerta invita al robo. 20 Corazón perverso no hará fortuna, lengua retorcida caerá en la desgracia. 21 Quien engendra un tonto pasará penas, no tendrá alegría el padre de un necio. 22 Corazón alegre favorece la sanación, ánimo abatido seca los huesos. 23 El malvado acepta soborno a escondidas para torcer el curso de la justicia. 24 La sabiduría está delante del sensato, pero el necio mira al vacío. 25 Un hijo necio es la tristeza del padre, y fuente de amargura de la madre. 26 No está bien multar al hombre inocente, ni azotar al hombre honorable. 27 Ahorra palabras el hombre sabio, mantiene la calma el hombre prudente. 28 Necio callado pasa por sabio; el que cierra los labios, por prudente.


✠ Capítulo 18

1 El hombre egoísta sigue sus caprichos y se irrita contra todo sano consejo. 2 Al necio no le gusta la discreción, sino publicar lo que piensa. 3 Con la maldad entra el desprecio y con el orgullo, la deshonra. 4 Las palabras de un hombre son agua profunda, arroyo que fluye, manantial de sensatez. 5 No es justo favorecer al culpable negando su derecho al inocente. 6 Los labios del necio se meten en peleas y su boca llama a los golpes. 7 La boca del necio es su ruina, en sus labios se enreda él mismo. 8 Las palabras del que murmura son golosinas que bajan hasta lo hondo del vientre. 9 El hombre irresponsable en sus asuntos es hermano del que destruye. 10 El Nombre del Señor es una torre fortificada: a ella acude el honrado, y es inaccesible. 11 La fortuna del rico es su fortaleza, se la imagina como alta muralla. 12 Antes de la ruina el corazón fue soberbio, antes de la gloria fue humilde. 13 El que contesta antes de escuchar sufrirá la vergüenza de su necedad. 14 Buen ánimo sostiene en la enfermedad; ánimo abatido, ¿quién lo levantará? 15 Mente inteligente adquiere saber, oído sensato busca conocer. 16 Los regalos abren paso al hombre y lo presentan ante los grandes. 17 El primero que se defiende parece tener razón, hasta que llega el otro y lo interroga. 18 La suerte pone fin a las disputas y decide entre los poderosos. 19 El hermano ofendido es peor que ciudad amurallada, las peleas son cerrojo de castillo. 20 De los frutos del hablar se sacia el vientre, uno se sacia de la cosecha de los labios. 21 Muerte y vida están en poder de la lengua: lo que elija eso comerá. 22 Quien encuentra mujer encuentra un bien, alcanza favor del Señor. 23 El pobre habla suplicando, el rico responde con altanería. 24 Hay compañeros que se maltratan y amigos más unidos que un hermano.


✠ Capítulo 19

1 Más vale pobre y honrado que necio y mentiroso. 2 No vale voluntad sin reflexión: quien apura el paso, tropieza. 3 La necedad del hombre le hace perder su camino, su corazón se irrita y echa la culpa al Señor. 4 La riqueza procura muchos amigos, al pobre hasta sus amigos lo abandonan. 5 Testigo falso no quedará sin castigo, el testigo mentiroso no escapará. 6 Muchos halagan al hombre generoso y todos son amigos del que hace regalos. 7 Si al pobre hasta sus hermanos lo desprecian, cuánto más se distanciarán de él los amigos. 8 Quien adquiere buen juicio se ama a sí mismo, a quien conserva la prudencia le irá bien. 9 Testigo falso no quedará sin castigo, el que dice mentiras perecerá. 10 No le va al necio vivir con lujo, cuánto menos al servidor mandar a los príncipes. 11 El hombre sensato frena la ira, su honor consiste en pasar por alto una ofensa. 12 Rugido de león es la cólera del rey, rocío sobre hierba su favor. 13 Hijo necio es desgracia del padre, mujer que pelea es gotera continua. 14 Casa y fortuna son herencia de los padres, mujer habilidosa es don del Señor. 15 La pereza hace dormir profundamente, el perezoso pasará hambre. 16 Quien guarda el precepto guarda su vida, quien descuida su conducta morirá. 17 Quien se apiada del pobre presta al Señor, y él le dará su recompensa. 18 Corrige a tu hijo mientras hay esperanza, pero no te enfurezcas hasta matarlo. 19 El que se enoja pagará una multa, librarlo del castigo empeora las cosas. 20 Escucha el consejo, acepta la corrección y llegarás a ser sensato. 21 El hombre medita muchos planes, pero se cumple el designio del Señor. 22 Lo que se espera del hombre es su lealtad: más vale pobre que traidor. 23 Respetar al Señor es vida: uno duerme satisfecho y sin pesadillas. 24 El perezoso mete la mano en el plato pero no es capaz de llevarla a la boca. 25 Castiga al insolente y el inexperto se hará cauteloso; reprende al prudente y aumentará su saber. 26 Quien maltrata al padre y expulsa a la madre es hijo indigno e infame. 27 Hijo mío, deja de aceptar la corrección y te perderás por falta de principios. 28 El testigo falso se burla del derecho, la boca del perverso se traga el crimen. 29 Para los insolentes hay látigos preparados y azotes para la espalda de los necios.


✠ Capítulo 20

1 El vino hace insolente, el licor alborota; bajo sus efectos nadie actúa con sabiduría. 2 Como rugido de león el terror del rey: quien lo irrita se juega la vida. 3 Es un honor vivir sin peleas, pero el necio se enreda en discusiones. 4 En otoño no ara el perezoso, en la cosecha pide y no hay.5 Agua profunda son las intenciones secretas: el hombre inteligente sabe descubrirlas. 6 Muchos tienen fama de bondadosos, pero un hombre de confianza, ¿quién lo hallará? 7 Honrado es quien procede con rectitud: dichosos los hijos que le sucedan. 8 Un rey sentado en el tribunal con su mirada barre toda maldad. 9 ¿Quién podrá decir: tengo la conciencia pura, me he limpiado de pecados? 10 Pesas desiguales, medidas desiguales: las dos cosas las aborrece el Señor. 11 Ya con sus acciones deja ver el muchacho si su conducta será pura y recta. 12 Oído que escucha, ojo que mira: ambas cosas las hizo el Señor. 13 No tomes gusto al sueño, que te empobrecerás; despega los ojos y te saciarás de pan. 14 Malo, malo, dice el comprador; después se aleja felicitándose por su compra. 15 Existe el oro y las finas perlas, pero la joya valiosa son unos labios prudentes. 16 Quítale la ropa, sácale prendas, pues salió fiador de un extraño desconocido. 17 Es sabroso el pan robado, después se llena la boca de piedras. 18 Prepara tus planes aconsejándote, y haz la guerra con táctica. 19 El que anda con cuentos revela secretos, no te juntes con el de labios fáciles. 20 Al que maldice a su padre y a su madre se le apagará la lámpara en plena oscuridad. 21 Fortuna adquirida rápidamente al final no prosperará. 22 No digas: Me las pagará; espera en el Señor, que él te defenderá. 23 El Señor aborrece pesas desiguales, no es justa la balanza con trampa. 24 El Señor dirige los pasos del hombre; nadie conoce su propio destino. 25 Es una trampa prometer algo a la ligera y después de prometido pensarlo. 26 Rey prudente aleja a los malvados y hace rodar la rueda sobre ellos. 27 El espíritu humano es lámpara del Señor que penetra hasta lo íntimo de las entrañas. 28 Misericordia y lealtad guardan al rey, la misericordia asegura su trono. 29 Orgullo del joven es su fuerza, honra del anciano son sus canas. 30 Heridas y llagas purifican del mal; los golpes sanan la conciencia.


✠ Capítulo 21

1 El corazón del rey es una corriente de agua en manos de Dios: la dirige a donde quiere. 2 Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones. 3 Practicar el derecho y la justicia agrada a Dios más que los sacrificios. 4 Ojos altaneros, mente ambiciosa; la luz de los malvados, todo es pecado. 5 Los planes del hombre cuidadoso traen ganancia, los del precipitado traen pobreza. 6 Acumular tesoros con la mentira es soplo que se esfuma, trampa mortal. 7 La violencia de los malvados los acecha porque se negaron a respetar el derecho. 8 El camino del vicioso zigzaguea, la conducta del honrado es recta. 9 Más vale vivir en un rincón de la azotea que compartir la casa con mujer pendenciera. 10 Afán del malvado es desear el mal, mira sin piedad a su prójimo. 11 Cuando el insolente la paga, aprende el imprudente; pero el sabio aprende con la experiencia. 12 El justo observa la casa del malvado: y precipita al malvado en la ruina. 13 Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite. 14 Un regalo a escondidas aplaca el enojo; un obsequio hecho con discreción, la áspera ira. 15 Al hacerse justicia, el honrado se alegra, el malhechor tiembla. 16 Quien se extravía del camino de la prudencia descansará en la asamblea de los muertos. 17 Quien ama los festejos acabará mendigo, quien ama el vino y los perfumes no llegará a rico. 18 El malvado pagará por el honrado; el traidor, por el hombre recto. 19 Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio. 20 Un tesoro precioso hay en casa del sabio, el insensato lo consume. 21 El que busca justicia y misericordia alcanzará vida y gloria. 22 El hombre sabio atacará la ciudad bien defendida y derribará la fortaleza confiada. 23 Quien cuida la boca y la lengua nunca se mete en aprietos. 24 Se llama arrogante al insolente fanfarrón que procede con pasión y soberbia. 25 Los deseos dan muerte al perezoso, porque sus manos se niegan a trabajar. 26 Todo es desear y desear para el perezoso, pero el honrado da sin tacañerías. 27 Los sacrificios del malvado son repugnantes, y mucho más si los ofrece con cálculo. 28 El testigo falso perecerá, el que escucha tendrá la última palabra. 29 El malvado aparenta seguridad: el honrado está seguro de su camino. 30 No hay habilidad ni hay prudencia ni hay consejo frente al Señor. 31 Se prepara el caballo para la batalla, pero la victoria la da el Señor.


✠ Capítulo 22

1 Mejor es buena fama que riquezas, más vale simpatía que oro y plata. 2 El rico y el pobre tienen algo en común: a ambos los hizo el Señor. 3 El prudente ve el peligro y lo evita, el imprudente sigue y lo paga. 4 En las huellas de la humildad y el respeto de Dios caminan riqueza, honor y vida. 5 Hay lazos y trampas en el camino del perverso: quien guarda su vida se aparta de ellos. 6 Educa al muchacho en el buen camino: cuando envejezca no se apartará de él. 7 El rico será señor de los pobres, el deudor será esclavo del acreedor. 8 Quien siembra maldad cosecha desgracia: el látigo de su furor lo consumirá. 9 El generoso será bendecido porque repartió su pan con el pobre. 10 Echa al insolente: se acabará la discordia y cesarán peleas e insultos. 11 El rey ama un corazón limpio y aprecia un hablar ingenioso. 12 Los ojos del Señor custodian el saber y hacen fracasar las palabras del traidor. 13 ¡Afuera hay un león!, dice el perezoso, en plena calle me matará. 14 Fosa profunda es la boca de la ramera, el enemistado con Dios caerá en ella. 15 La estupidez se pega al corazón del joven: el látigo de la corrección se la apartará. 16 Se oprime al pobre para enriquecerse, se da al rico para envilecerse. 17 Presta oído y escucha las palabras de los sabios, presta atención a mi experiencia: 18 te serán gratas si las guardas dentro de ti y las tienes todas a punto en tus labios; 19 para que pongas en Dios tu confianza, también a ti te instruiré. 20 He escrito para ti treinta máximas de experiencia, 21 para enseñarte a conocer la verdad y a dar razón de ella al que te dio un encargo. 22 No explotes al pobre, porque es pobre; no atropelles al desgraciado en el tribunal, 23 porque el Señor defenderá su causa y despojará de la vida a los que lo despojan. 24 No te juntes con el malhumorado ni vayas con el violento, 25 no sea que te acostumbres a sus caminos y te pongas una trampa mortal. 26 No seas fácil en dar la mano empeñándote en deudas, 27 pues si no tienes qué devolver, te quitarán la cama en la que duermes. 28 No cambies de lugar los linderos antiguos que colocaron tus abuelos. 29 ¿Has visto un hombre hábil en su oficio? Estará al servicio de reyes, no estará al servicio de gente mediocre.


✠ Capítulo 23

1 Sentado a la mesa de un señor, mira bien quién tienes delante; 2 ponte un cuchillo a la garganta si tienes mucha hambre; 3 no seas ansioso de sus manjares, que son comida engañosa. 4 No te esfuerces por enriquecerte, deja de pensar en ello; 5 si te fijas bien, verás que no hay riqueza, ha echado alas como un águila y vuela por el cielo. 6 No te sientes a comer con el avaro ni ansíes sus manjares: 7 son un pelo en la garganta, amargura en el paladar; te dice: come y bebe, pero no te aprecia; 8 el bocado comido lo tendrás que vomitar y habrás malgastado tus palabras corteses. 9 No hables a oídos necios, porque despreciarán tus sabias razones. 10 No cambies de lugar los linderos antiguos ni te metas en el campo del huérfano, 11 porque su defensor es fuerte y defenderá su causa contra ti. 12 Haz caso de la corrección, presta oído a los consejos de la experiencia. 13 No ahorres castigo al muchacho: porque le azotes con látigo no morirá; 14 tú lo azotas con el látigo pero libras su vida del Abismo. 15 Hijo mío, si tu corazón se hace sabio, yo me alegraré de corazón, 16 sentiré un gozo entrañable cuando tus labios hablen como es debido. 17 No sientas envidia de los pecadores, sino siempre de los que respetan a Dios; 18 así tendrás un porvenir, y tu esperanza no fracasará. 19 Escucha, hijo mío, sé juicioso, encamina bien tu mente: 20 no te juntes con bebedores ni vayas con comilones, 21 porque bebedores y comilones se arruinarán y el perezoso se vestirá de harapos. 22 Escucha al padre que te engendró, no desprecies la vejez de tu madre: 23 compra la verdad y no la vendas, sabiduría, educación y prudencia; 24 el padre del honrado se llenará de gozo, el que engendra un hijo sabio se alegrará, 25 tu padre estará contento de ti y gozará la que te dio a luz. 26 Hijo mío, hazme caso, acepta de buena gana mis indicaciones. 27 Trampa peligrosa es la mala mujer, pozo angosto es la ramera; 28 se pone al acecho como un ladrón y provoca traiciones entre los hombres. 29 ¿Quién sufre?, ¿quién se queja?, ¿quién pelea?, ¿quién se lamenta?, ¿quién recibe golpes sin motivo?, ¿quién tiene la mirada turbia? 30 El que vive para el vino y va catando bebidas. 31 No mires al vino cuando rojea y lanza destellos en la copa; 32 se desliza suavemente, al final muerde como culebra y pica como víbora. 33 Tus ojos verán maravillas, tu mente imaginará absurdos; 34 te hará sentir como quien está en alta mar o agarrado en la punta de un mástil. 35 Me han golpeado, y no me ha dolido; me han sacudido, y no lo he sentido; en cuanto despierte volveré a pedir más.


✠ Capítulo 24

1 No envidies a los malvados ni desees vivir con ellos, 2 su mente medita violencias, sus labios dicen maldades. 3 Con la sabiduría se construye una casa, con la prudencia se mantiene firme, 4 con el saber se llenan sus cuartos de bienes, riquezas y comodidades. 5 Más vale maña que fuerza, experiencia más que vigor. 6 Con buenos planes se gana la guerra, y la victoria es fruto del consejo. 7 La sabiduría es demasiado para el necio: no abrirá la boca en público. 8 Al que medita maldades lo llamarán malintencionado; 9 el que trama locuras fracasa; al insolente lo detestan los hombres. 10 ¿Te has desanimado en el momento del peligro?, tu fuerza es limitada. 11 Salva a los condenados a muerte, saca del peligro al que está para morir. 12 Aunque digas que no lo sabías, ¿no lo va a saber el que pesa los corazones?, ¿no lo sabrá el que vigila tu vida y paga al hombre sus acciones? 13 Hijo mío, come miel, que es buena; el panal es dulce al paladar: 14 así sean el conocimiento y la sabiduría para tu alma; si los alcanzas tendrás un porvenir y tu esperanza no fracasará. 15 No aceches la casa del honrado ni destruyas su rebaño, 16 pues aunque caiga siete veces el honrado se levantará, mientras que los malvados se hundirán en la desgracia. 17 Si cae tu enemigo no te alegres; si tropieza, no lo celebres, 18 no sea que el Señor lo vea y retire su enojo de él. 19 No te enojes por causa de los malvados, no envidies a los que obran mal; 20 porque el perverso no tiene futuro, la lámpara de los malvados se apagará. 21 Hijo mío, teme al Señor y al rey; no provoques a ninguno de los dos, 22 porque de repente salta su castigo, y, ¿quién conoce su furor? 23 No es justo ser parcial al juzgar: 24 a quien declara inocente al culpable la gente lo maldice y se irrita contra él; 25 pero a quienes lo castigan, les va bien, sobre ellos caen bendiciones. 26 Quien da una respuesta oportuna, es como si diera un beso en los labios. 27 Ordena tus asuntos en la calle y realiza tus tareas en el campo, después podrás edificar tu casa. 28 No atestigües sin motivo contra tu prójimo, no engañes con los labios. 29 No digas: le haré lo que me hizo, me las ha de pagar. 30 Pasé por el campo de un perezoso, por la viña de un hombre sin juicio: 31 todo era espinas que crecían, los cardos cubrían el terreno, la cerca de piedras estaba derribada; 32 al verlo, reflexioné; al mirarlo, aprendí esta lección. 33 Un rato duermes, un rato descansas, un rato cruzas los brazos para dormitar mejor, 34 y te llega la pobreza del vagabundo, la penuria del mendigo.


✠ Capítulo 25

1 Otros proverbios del rey Salomón que recogieron los escribientes de Ezequías, rey de Judá. 2 Es gloria de Dios ocultar un asunto, es gloria de reyes averiguarlo. 3 La altura del cielo, la profundidad de la tierra y el corazón de los reyes son impenetrables. 4 Aparta las impurezas de la plata, el platero hará una copa; 5 aparta al malvado del servicio del rey, y su trono se afirmará en la justicia. 6 No te des importancia en la presencia del rey, ni te coloques con los grandes: 7 más vale escuchar: Sube aquí, que ser humillado ante los nobles. 8 Aun sobre lo que han visto tus ojos no te apures en llevarlo a los tribunales, pues, ¿qué harás al final, cuando tu prójimo te deje confundido? 9 Arregla el pleito con tu vecino pero no reveles secretos ajenos, 10 para que no te desprecie el que lo oye y tu deshonra no tenga remedio. 11 Naranjas de oro en diseños de plata son las palabras pronunciadas a su tiempo. 12 Pendientes de oro y alhajas de oro fino es el sabio que amonesta al que sabe escuchar. 13 Frescura de nieve en tiempo de cosecha es el mensajero fiel para quien lo envía. 14 Nubes y viento sin caer gota es quien promete orgullosamente pero no cumple. 15 Con paciencia se convence a un gobernante, las palabras suaves rompen la resistencia. 16 Si encuentras miel come lo justo, no sea que te hartes y la vomites; 17 no visites con frecuencia a tu vecino, no sea que lo hartes y te aborrezca. 18 Maza, espada y flecha aguda es el que declara en falso contra su amigo. 19 Diente picado y pie que resbala es confiar en el traidor cuando llega el peligro. 20 Vinagre en la llaga, ir sin ropa en el frío es cantar coplas a corazón apenado. 21 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; 22 así enrojecerá de vergüenza y el Señor te lo pagará. 23 Viento de noroeste trae lluvia; lengua murmuradora, caras furiosas. 24 Más vale vivir en un rincón de la azotea que en casa amplia con mujer pendenciera. 25 Agua fresca en garganta sedienta es la buena noticia de tierra lejana. 26 Manantial turbio, fuente contaminada, el honrado que tiembla ante el malvado. 27 Comer mucha miel no aprovecha, ni buscar excesivos honores. 28 Ciudad desmantelada y sin muralla el hombre que no domina su pasión.


✠ Capítulo 26

1 No le va bien la nieve al verano, ni la lluvia al momento de la cosecha, ni el honor al necio. 2 Como gorrión que aletea, como golondrina sin nido, la maldición injusta no va a ninguna parte. 3 Para el caballo el látigo, para el burro el freno, para la espalda del necio un garrote. 4 No respondas al necio según su locura, no te vayas a igualar a él; 5 responde al necio haciéndole ver su locura, para que no se crea que es inteligente. 6 Se corta las piernas y bebe vinagre quien envía mensajes por medio de un necio. 7 Como son inseguras las piernas del inválido, así un proverbio en la boca del necio. 8 Quiere sujetar una piedra en la honda quien concede honores a un necio. 9 Rama de espino en manos de un borracho es un proverbio en boca de un necio. 10 Arquero que hiere a cualquiera que pasa el que contrata a un necio o a un borracho. 11 Perro que vuelve a su vómito es el necio que insiste en sus estupideces. 12 ¿Has visto a uno que se tiene por sabio? De un necio se puede esperar más. 13 Dice el perezoso: Hay un león en el camino, hay una fiera en la calle. 14 La puerta gira en sus bisagras, el perezoso en la cama. 15 El flojo mete la mano en el plato y lo cansa llevársela a la boca. 16 El perezoso se cree más sabio que siete personas que saben responder. 17 Agarra un perro por las orejas quien se mete en una discusión ajena. 18 Como un loco que tira flechas y lanzas mortales, 19 así es el que engaña a su amigo y luego le dice: Era en broma. 20 Si se acaba la leña, se apaga el fuego; si no está el chismoso, se acaba la discusión. 21 Para hacer brasas, carbón, y para hacer fuego, leña; para entablar una pelea, el pendenciero. 22 Las palabras del chismoso son como golosinas que bajan hasta lo profundo de las entrañas.23 Barniz que recubre la vasija de barro son las palabras melosas de un corazón perverso. 24 Disimula con los labios el que odia, mientras que por dentro medita engaños; 25 aunque te hable con ternura, no le creas, lleva dentro siete maldades; 26 aunque encubra el odio con disimulo, su maldad se descubrirá en la asamblea. 27 El que cava una fosa caerá en ella, al que hace rodar una piedra le caerá encima. 28 Lengua mentirosa duplica los daños, boca que adula empuja a la ruina.


✠ Capítulo 27

1 No te gloríes del mañana, no sabes lo que traerá el mañana. 2 Que te alabe el extraño, y no tu boca; el desconocido, y no tus labios. 3 Pesada es la piedra y también la carga de arena: más pesado es el mal genio del necio. 4 Cruel es el enojo, destructiva la ira, pero, ¿quién resistirá a los celos? 5 Más vale corrección hecha con franqueza que cariño falso. 6 Más se puede confiar en el amigo que hiere, que en el beso del enemigo. 7 El que tiene el estómago lleno pisotea el panal, para el hambriento hasta lo amargo es dulce. 8 Pájaro escapado del nido es el vagabundo lejos de su hogar. 9 Perfume e incienso alegran el corazón, el consejo del amigo endulza el ánimo. 10 No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre, no vayas con tus problemas a casa de tu hermano. Más vale vecino cerca que hermano lejos. 11 Ten juicio, hijo mío; dame esa alegría, y podré responder a los que me ofenden. 12 El prudente ve el peligro y lo evita, el imprudente sigue adelante y lo paga. 13 Toma la ropa de quien salió fiador por un desconocido y quedó empeñado por un extraño. 14 Quien saluda al vecino de madrugada y a gritos es como si lo maldijera. 15 Gotera continua en día de chaparrón y mujer pendenciera se parecen: 16 querer sujetarla es sujetar el viento y agarrar aceite con la mano. 17 El hierro afila al hierro, el hombre en el trato con su prójimo. 18 Quien cuida una higuera comerá higos, quien custodia a su jefe recibirá honores. 19 Como el rostro se refleja en el agua, así el hombre en su conciencia. 20 Infierno y Abismo son insaciables, insaciables son los ojos del hombre. 21 La plata en el horno, el oro en el crisol, y el hombre en la boca de quien lo alaba. 22 Aunque machaques al necio en un mortero, no le quitarás su estupidez. 23 Observa bien el aspecto de tus ovejas y fíjate en tus rebaños; 24 porque la fortuna no dura siempre ni la corona de generación en generación. 25 Nace la hierba, asoma el césped, se recoge el pasto de los montes; 26 tus ovejas te dan vestido, tus cabritos dinero para comprarte un campo, 27 las cabras leche para alimentarte tú y tu familia y para mantener a tus criadas.


✠ Capítulo 28

1 El malvado huye sin que lo persigan, el honrado va seguro como un león. 2 Por los crímenes de un país se multiplican sus jefes; con un hombre prudente y experto se mantiene el orden. 3 Pobre que explota a los pobres es lluvia torrencial que no da pan. 4 Los que abandonan la ley alaban al malvado, los que cumplen la ley rompen con ellos. 5 Los malvados no entienden la justicia, el que consulta al Señor lo entiende todo. 6 Más vale pobre y honrado que rico malintencionado. 7 El que cumple la ley es prudente, el que se junta con depravados avergüenza a su padre. 8 El que aumenta sus riquezas prestando a usura acumula para el que se compadece de los pobres. 9 Si uno aparta sus oídos de la ley, también su oración será aborrecida. 10 El que extravía a los rectos por el mal camino caerá en su propia trampa. 11 El rico se cree sabio, pero el pobre con inteligencia lo conoce a fondo. 12 Cuando triunfan los honrados hay fiesta; cuando se imponen los malvados, se esconde la gente. 13 El que oculta sus crímenes no prosperará, el que los confiesa y se arrepiente será perdonado. 14 Dichoso el hombre que teme siempre al Señor, pero el terco caerá en la desgracia. 15 León rugiente y oso hambriento es el gobernante malvado para los pobres. 16 Un príncipe imprudente oprime a muchos; el que odia el lucro prolongará sus años. 17 El hombre culpable de homicidio corre a la tumba: ¡nadie lo detenga! 18 El de conducta recta se salva, el que camina por atajos caerá en la trampa. 19 El que cultiva su campo se saciará de pan, el que sigue ilusiones se hartará de miseria. 20 Hombre sincero, rico en bendiciones; el que tiene apuro por enriquecerse no quedará sin castigo. 21 No es justo discriminar a la gente: por un pedazo de pan el hombre comete un crimen. 22 El avaro se apura por enriquecerse y no sabe que le llegará la miseria. 23 El que reprende a otro será más estimado que el de lengua aduladora. 24 El que roba a sus padres y dice: No he pecado, hace compañía al criminal. 25 El que ambiciona mucho provoca peleas, el que confía en el Señor prosperará. 26 El que se fía de sí mismo es un necio, el que procede con sabiduría está a salvo. 27 El que da al pobre no pasará necesidad, el que se desentiende se llenará de maldiciones. 28 Cuando se imponen los malvados, uno se esconde; cuando desaparecen, prosperan los honrados.


✠ Capítulo 29

1 El hombre que se enoja cuando lo corrigen fracasará de improviso y sin remedio. 2 Cuando gobiernan los honrados se alegra el pueblo, cuando mandan los malvados se queja el pueblo. 3 El que ama la sabiduría alegra a su padre, el que se junta con rameras malgasta su fortuna. 4 Un rey justo hace estable el país, el que lo carga de impuestos lo arruina. 5 El hombre que adula a su compañero tiende una trampa a sus pasos. 6 El crimen del malvado es su propia trampa; pero el honrado vive alegre. 7 El justo atiende a la causa de los pobres, el malvado no comprende nada. 8 Los provocadores agitan la ciudad, los sabios calman los ánimos. 9 Cuando el sabio pleitea con el necio, aunque se enoje o se ría, no consigue nada. 10 Los sanguinarios odian al hombre de bien, los honrados cuidan de su vida. 11 El necio da rienda suelta a toda su pasión, y el sabio acaba por refrenarla. 12 El gobernante que hace caso de calumnias tendrá a criminales por ministros. 13 El pobre y el usurero tienen algo en común: el Señor da luz a los ojos de ambos. 14 Cuando un rey juzga lealmente a los necesitados, su trono está firme por siempre. 15 Palos y correcciones procuran sabiduría, muchacho consentido avergüenza a su madre. 16 Cuando mandan los malvados aumentan los crímenes, pero los honrados los verán caer. 17 Corrige a tu hijo y te dará descanso y satisfacciones. 18 Donde no hay profeta, el pueblo queda sin freno; pero dichoso el que guarda la ley. 19 A un esclavo no se lo corrige con palabras, aunque entienda no hará caso.20 ¿Has visto a un hombre que habla sin parar? Más se puede esperar de un necio. 21 El que consiente al esclavo cuando muchacho, al final lo lamentará. 22 Hombre impulsivo aviva las peleas, el violento muchedumbre de crímenes. 23 La soberbia de un hombre lo humillará, el humilde conservará su honor. 24 El que va a medias con el ladrón se odia a sí mismo: aunque oye maldiciones no lo denuncia. 25 El que teme a los hombres caerá en la trampa, el que confía en el Señor vivirá seguro. 26 Muchos buscan el favor del que manda, pero la sentencia viene de Dios. 27 El criminal es aborrecido por los honrados, el hombre recto es aborrecido por el malvado.


✠ Capítulo 30

1 Máximas de Agur, hijo de Yaqué, el masaíta. Oráculo del varón: Me he fatigado, oh Dios, me he fatigado y me rindo; 2 porque soy muy torpe, menos que hombre, y no tengo inteligencia humana, 3 no he aprendido a ser sabio ni he llegado a comprender al Santo. 4 ¿Quién subió al cielo y luego bajó?, ¿quién recogió el viento en el puño?, ¿quién encerró el mar en una capa?, ¿quién fijó los confines del mundo? ¿Cuál es su nombre y su apellido, si lo sabes? 5 Cada Palabra de Dios es verdadera, él es escudo para los que se refugian en él. 6 No añadas nada a sus dichos, no sea que te reprenda y quedes como mentiroso. 7 Dos cosas te he pedido a ti; no me las niegues mientras viva: 8 aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme sólo el pan necesario; 9 no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: ¿Quién es el Señor?; no sea que necesitado robe y abuse del Nombre de mi Dios. 10 No calumnies al siervo ante su amo: te maldecirá y serás castigado. 11 Gente que maldice a su padre y no bendice a su madre, 12 gente que se considera limpia y no se lava su inmundicia, 13 gente de ojos engreídos y mirada altanera, 14 gente con navajas por dientes y cuchillos por mandíbulas, para extirpar de la tierra a los humildes y del suelo a los pobres. 15 La sanguijuela tiene dos hijas: Dame y Dame. Tres cosas hay insaciables y una cuarta que no dice: Basta: 16 El Abismo, el vientre estéril, la tierra que no se harta de agua, y el fuego que no dice: Basta. 17 Al que se burla de su padre y rehúsa obediencia a su madre, que le saquen los ojos los cuervos y se los coman los buitres. 18 Hay tres cosas que me asombran y una cuarta que no comprendo: 19 el camino del águila por el cielo, el camino de la serpiente por la roca, el camino de la nave por el mar, el camino del hombre por la mujer. 20 Así procede la adúltera: come, se limpia la boca y dice: No he hecho nada malo. 21 Por tres cosas tiembla la tierra y la cuarta no la puede soportar: 22 siervo que llega a rey, necio que tiene comida de sobra, 23 mujer aborrecida que encuentra marido, esclava que ocupa el lugar de su señora. 24 Cuatro seres pequeños hay en el mundo más sabios que los sabios: 25 las hormigas, pueblo débil que asegura su comida en verano; 26 los tejones, pueblo sin fuerza que hace madriguera en las rocas; 27 las langostas, que no tienen rey y avanzan todas en formación; 28 las lagartijas, que se agarran con la mano y entran en palacios reales. 29 Hay tres seres de buen andar y un cuarto de paso majestuoso: 30 el león, el más valiente de los animales, que no retrocede ante nadie; 31 el gallo, que camina erguido; también el chivo; el rey al frente de su ejército. 32 Si te has dado importancia, por irreflexión o deliberadamente, tápate la boca: 33 aprietas la leche y sale manteca, aprietas la nariz y sale sangre, aprietas la ira y salen peleas.


✠ Capítulo 31

1 Máximas de Lemuel, rey de Masá, que le enseñó su madre. 2 ¿Qué es eso, hijo mío? ¿Qué es eso, hijo de mis entrañas? ¿Qué es eso, hijo de mis promesas? 3 No gastes tu fuerza con mujeres ni tu vigor con las que corrompen a reyes. 4 No es de reyes, Lemuel, no es de reyes darse al vino ni de gobernantes darse al licor, 5 porque beben y olvidan la ley y violan el derecho de los más humildes. 6 Deja el licor al vagabundo y el vino al que está triste: 7 que beba y olvide su miseria, que no se acuerde de sus penas. Abre tu boca a favor del mudo, habla en defensa del indefenso; 9 abre tu boca y da sentencia justa defendiendo al pobre y al desgraciado. 10 Una mujer hacendosa, ¿quién la encontrará? Vale mucho más que las perlas. 11 Su marido confía en ella y no le falta nunca nada. 12 Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. 13 Adquiere lana y lino, sus manos trabajan a gusto. 14 Es como nave mercante que importa el grano de lejos. 15 Todavía de noche se levanta para dar la ración a sus criados y la porción a sus criadas. 16 Examina un terreno y lo compra, con lo que ganan sus manos planta una viña. 17 Se ciñe la cintura con firmeza y despliega la fuerza de sus brazos. 18 Cuida de que su negocio marche bien y aun de noche no se apaga su lámpara. 19 Extiende la mano para hilar y con sus dedos fabrica el tejido. 20 Abre sus palmas al necesitado y extiende sus manos al pobre. 21 Si nieva no teme por los empleados, porque todos llevan trajes forrados. 22 Confecciona mantas para su uso, se viste de lino y púrpura. 23 En la plaza su marido es respetado cuando se sienta entre los ancianos del pueblo. 24 Teje sábanas y las vende, provee de cinturones a los comerciantes. Está vestida de fuerza y dignidad, sonríe ante el día de mañana. 26 Abre la boca juiciosamente y su lengua enseña con bondad. 27 Vigila lo que hacen sus empleados, no come lo que no ha ganado. 28 Sus hijos se levantan para felicitarla, su marido proclama su alabanza: 29 Muchas mujeres han dado prueba de lo que valen, pero tú las superas a todas. 30 Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la mujer que respeta al Señor merece alabanza. 31 Felicítenla por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

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